jueves, 24 de diciembre de 2009

SOL EN LA CABEZA, ENFERMEDAD PREHISTÓRICA

SOL EN LA CABEZA, ENFERMEDAD PREHISTÓRICA



Es la enfermedad popular de mayor dominio popular en el área objeto de estudio y la más original de nuestro folklore médico. “Sacar el sol de la cabeza” se recoge bibliográficamente en la comarca de Níjar y en la zona de Filabres (García Ramos, 1981) y en los Vélez (García Sánchez, 2000).La denomino como enfermedad prehistórica por las reminiscencias que ella pueden observarse en cuanto a los contenidos mágicos que pudo tener la trepanación durante la prehistoria.

El llamado “sol metío en la cabeza” es un proceso inespecífico de tipo febril, cuyo concepto se halla extendido prácticamente por toda la región, no siendo demasiado frecuente en otras medicinas populares.

Yo lo registro en la práctica totalidad de la provincia: Líjar, Chercos, Cabo de Gata, Níjar, Oria, Albox, Cantoria, Garrucha (Cano Cervantes, 1909), Cuevas de Almanzora (Sotomayor, 1975), Vélez Rubio (García Sánchez, 2000) y resto de la provincia (García Ramos, 1981).

La causa de esta enfermedad sería un “ojo sol” o un “reojo de sol” que sería ese tiempo breve de insolación que el enfermo recibe en la cabeza cuando el sol aparece entre las nubes y se vuelve a ocultar. El sol entonces se “mete en la cabeza”.La enfermedad “ataca” más a los niños. Hemos de distinguirla tal vez del “tabardillo” que es una insolación producida por permanecer mucho tiempo al sol. El “tabardiyo” es una afección especialmente grave. Sería una encefalitis actínica que cursa con fiebre, vómitos, mal estado general y decaimiento. De ahí la maldición recogida en Cano Cervantes (1909): “Que te de un tabardiyo!


El “sol metío” es una enfermedad determinada también por una rica sintomatología ya que se manifiesta con dolor de cabeza acompañado de fiebre, astenia, malestar o los síntomas propios de los procesos que cursan con hipertensión cerebral.

La enfermedad que fundamentalmente se presenta en los niños, desarrolla en éstos también fiebre y vómitos (este síntoma es imprescindible para el diagnóstico), cefalalgias y gran astenia o “emanglamiento” (Decaimiento extremo). .Los niños se encuentran “aterraos” , “desganaos” o “pesaos ”.Tal sintomatología a veces, puede confundirse con el mal de ojo, siendo la diferencia fundamental que el “sol” pueden sufrirlo también los adultos, mientras que el mal de ojo que se reza, solo lo padecen los niños.

Cuando alguien padece una sintomatología que haga sospechar “el sol metío” se procede a acudir a quienes saben rezarlo. Antes de iniciarse el tratamiento hay que hacer el diagnóstico, que al mismo tiempo sirve como pauta terapéutica. Ésta ha de realizarse en la calle, con el enfermo expuesto al sol. Tiene que ser un buen día de sol, despejado.

Se prepara una sartén que tenga “dos o tres dedos de agua” a la que se añade abundante cantidad de vinagre. Algo más vinagre que agua me decía una informante del Cabo de Gata. En Líjar se emplea el vino. En esta agua se hace flotar una mariposa que una vez encendida se tapa con un vaso “boca abajo” que se apoya en el fondo de la sartén. Hay que emplear “un vaso de los bastos” pues un vaso fino “cortaría la carne”. La sartén con este contenido se posa sobre la cabeza del enfermo, sin que el agua avinagrada se derrame, al tiempo que la mujer encargada de la ceremonia dice:



“Este sol se ha salío
por donde se ha metío”


Se retira la sartén de la cabeza del niño y se reza un credo. Se vuelve a poner la sartén sobre la cabeza del enfermo y se repite:

“Este sol se ha metío
por donde se ha salío”

Se reza otro credo y se vuelve a repetir:

“Este sol se ha salío
por donde se ha metío


MARIPOSAS
Se vuelve a rezar otro credo con la sartén retirada de la cabeza del enfermo. Cada vez que la mujer que reza pronuncia la frase “Este sol se ha salío...” besa rápidamente una señal de la cruz que hace con los dedos pulgar e índice. Durante el tiempo que dura la ceremonia anterior y por la combustión de la mariposa (en otros lugares de la provincia se emplea un trozo de estopa) pueden haber ocurrido dos cosas: la primera es que por la combustión de la mariposa y por el efecto del gas formado por ésta, el agua ascienda hacia el fondo del vaso llenándolo. Este es un fenómeno explicable por las leyes físicas, ya que la combustión de la estopa o mariposa enrarece y calienta el aire del interior del vaso por lo que el agua sube al disminuir el aire de volumen, éste crea un vacío que hace que el agua ascienda al fondo del vaso—apareciendo a través del cristal, un número más o menos abundante de burbujas—y “según sea el chorro de las pompas” así de fuerte es el sol que está metío, o “que tiene” la cabeza del enfermo. La segunda posibilidad es que la cosa quede como al principio, o sea que el agua no ascienda al fondo del vaso, con lo que la cura por un lado no dará resultado o el diagnóstico no es positivo. (“No ha dao resultao, el enfermo no encontrará mejoría”). La concepción final de la ceremonia es que las burbujas “son el sol que sale de la cabeza”. Si la mariposa “chupa, chupa”, el diagnóstico es positivo: “hay sol” o “es sol”. Si no salen burbujas el diagnóstico es negativo y la cura fracasa. El enfermo sigue igual, “no ha dao resultado” y hay que repetir la ceremonia otra vez con otros nueve credos. Si el diagnóstico es positivo, pronto habrá mejoría.

Ha sido una ceremonia pues, a la vez diagnóstica y terapéutica. Si no da resultado, no es “sol”, es otra enfermedad. Habría entonces que acudir a otro curandero y en último término al médico.

Cuando el diagnóstico es positivo, “Este sol se ha metío...”se repite nueve veces más junto al credo (sería el procedimiento curativo definitivo) poniendo cada vez un combustible nuevo mientras que quede “sol” o sea, hasta que no se formen burbujas.

Para la combustión que da origen a la ventosa que absorbe el agua de la sartén según los lugares puede emplearse en sustitución de la mariposa, una “perra gorda” (moneda antigua de diez céntimos de peseta) a la que se anuda un “trapo viejo” impregnado en aceite. En la zona de Chercos (Gasparillo) se emplea un “manojillo de esparto verde” cuyo número de unidades ha de ser impar. Ovillos de estopa y de otros materiales, son empleados según el lugar de la provincia o puntos de recogida de los datos.

Rico testimonio escrito de ésta ceremonia y del estado cultural en 1909 en Garrucha, nos lo proporciona el poeta garruchero Cano Cervantes en su obra Cantos de mi pueblo (pp.25-31) donde un tal Pedro explica a un amigo la causa de su ausencia en la calle y de su deplorable aspecto físico. Cuenta que la enfermedad que ha “pasao” no está claro la que ha sido:


“no sé si habrá sio
chamá u calentura
u trancazo u tifo”

Una chamé sería una enfermedad epidémica de tipo febril. Aunque la Real Academia define como chamada a una sucesión de acontecimientos adversos.

El proceso se debe seguramente a un tocino que echó al puchero su mujer:



“Que era d´argún chino
muerto , pues mu fácil... (p.26)

Tras caer enfermo, Pedro acude primeramente al curandero llamado “El Choto” del que le habían asegurado



“Qu´entre sus hermanos
hace él el quinto
y en la pata zurda,
tenía gracia...”

El “Choto”le pasa la pata” por la barriga pero a pesar de esto no mejora. Acude luego a la Isabel María, otra curandera, que le da un “cocío” de malvas y “chichifraile”, advirtiéndole que de no encontrar mejoría acuda otra vez a ella. Pedro seguía sin encontrar mejoría sufriendo fiebre y delirios que le hacen cometer actos incoherentes y decir frases descoordinadas. Esto le hace mandar de nuevo a su esposa a:


“Ca Isabel María
Otra vez. Pos vino
Prencipió a tentarme
Y dice: Perico
Ya sé lo que tienes;
Prepara un vasico
con agua, sartén,
Estopa, un misto;
que lo que tú tienes
es el sol metío
Drentro y voy a sacallo
Dice: Asientate.-
M´asiento. ¡Chiquillo!
Pone la sartén y vino
y d´aquella estopa
hace nueve ovillo
¿Qué hace? Enciende uno
y pone un vasico
boca abajo, encima
¡Si fueras tú visto
Como el sol subía...
Tó esto bajico
tie que ir rezando
un creo a ca ovillo
que gasten En fin
he pasao lo mío...” (Cano, pp.30-31)

(Un “chino muerto”se refiere a un cerdo muerto por enfermedad, o sea, que no ha sido sacrificado sano para su consumo. En la posguerra y posguerra tardía, cierto sector de la población pobre española, en especial los gitanos no tenían reparo en comerse los animales “muertos” de enfermedad (cerdos, gallinas, burros, caballos, mulos, cabras, ovejas…)

Toda una lección de etnografía, de vocabulario y de medicina popular.


Resultaría interesante un estudio que relacionase este procedimiento con la trepanación prehistórica.http://www.lulu.com/product/tapa-blanda/la-medicina-popular-en-almer%c3%8da/3506418?productTrackingContext=content_view_recently_viewed

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